Con el paso del tiempo, las fachadas, especialmente las de ladrillo, van sufriendo un deterioro progresivo que muchas veces pasa desapercibido, pero que termina afeando por completo los edificios.
Sin embargo, la limpieza de fachadas de ladrillo no es solo una cuestión estética, sino que además contribuye a alargar su vida útil y a evitar problemas más serios como los hongos, la humedad o el desprendimiento del material.
El ladrillo es un material resistente, sí, pero también puede deteriorarse. Y aunque su mantenimiento no sea muy complicado, sí requiere un conocimiento mínimo para no arruinarlo en el intento.
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Aunque es cierto que una fachada sucia da mala imagen, lo más preocupante son las consecuencias estructurales que puede acarrear la falta de mantenimiento.
Las fachadas de ladrillo están expuestas a multitud de agentes agresivos, como la contaminación atmosférica, la lluvia ácida, el polvo, el moho, el musgo e incluso los excrementos de aves. Daños que van acumulándose con el tiempo y generando manchas que, además de ser muy difíciles de eliminar, pueden terminar por deteriorar el material.
Uno de los problemas más comunes son las eflorescencias salinas. Esas manchas blancas que aparecen como si el ladrillo estuviera cubierto de polvo de tiza y que están causadas por la migración de sales solubles desde el interior del ladrillo hacia su superficie, debido a la humedad.
Además, no podemos olvidar que una fachada sucia también puede ser el caldo de cultivo perfecto para el moho y las algas, especialmente en zonas húmedas o mal ventiladas. Lo que además de afear la estética del edificio, puede ser perjudicial para la salud de sus habitantes.
Las fachadas de ladrillo están expuestas a diversos agentes que pueden causar manchas y suciedad. A continuación, explicamos cuáles son los tipos de suciedad más comunes que afectan a las fachadas de ladrillo y cómo identificarlas.
En las ciudades, las fachadas de ladrillo suelen adquirir un tono oscuro o grisáceo debido al hollín, al polvo en suspensión y a la polución generada por los vehículos y la actividad industrial. Al principio, este tipo de suciedad se adhiere de forma superficial, pero con el tiempo puede incrustarse en los poros del ladrillo.
Especialmente visibles en la limpieza fachada ladrillo cara vista, donde la humedad acumulada favorece la aparición de manchas verdes o negras, que además de ser antiestéticas, pueden provocar problemas respiratorios. Suelen localizarse en las juntas o en zonas sombrías y poco ventiladas.
Se trata de manchas blancas provocadas por la cristalización de sales solubles al evaporarse el agua. Aunque no son peligrosas en sí, indican un exceso de humedad que debe corregirse.
En fachadas próximas a cocinas industriales, talleres o zonas en construcción, podemos encontrar manchas de grasa, salpicaduras de cal o restos de cemento, que requieren de tratamientos específicos para ser eliminadas sin dañar el ladrillo.
Mantener una fachada de ladrillo en buen estado no solo contribuye a mejorar la estética del edificio, sino también a proteger su estructura. A continuación, te explicamos cuáles son los métodos más eficaces para la limpieza de fachadas en ladrillo.
La limpieza de fachadas de ladrillo con agua a presión es una de las técnicas más utilizadas, ya que permite eliminar la suciedad superficial y adherida con gran eficacia, reduciendo el uso de productos químicos.
La clave está en regular bien la presión y la temperatura. Para fachadas delicadas o antiguas, se debe empezar con una presión baja (entre 50 y 100 bares), aumentando solo si es necesario. El agua caliente (hasta 150 °C) es especialmente útil para disolver grasas y acelerar el secado.
Pero también es eficaz para limpiar las juntas de mortero, que tienden a acumular más suciedad debido a su porosidad.
Un método muy efectivo, pero que también puede resultar abrasivo. Por eso, solamente se suele utilizar en casos en los que no se han logrado resultados con otras técnicas, como grafitis o capas de suciedad muy incrustada. El proceso consiste en proyectar partículas de arena de sílice u otros abrasivos a presión sobre la superficie.
Eso sí, es muy importante que sea realizado únicamente por profesionales, ya que si no se selecciona bien el tamaño del grano o se aplica una presión inadecuada, los daños al ladrillo pueden ser irreversibles.
La limpieza con vapor de alta temperatura es ideal para fachadas históricas o ladrillos antiguos. El vapor penetra en los poros y elimina el polvo, los hongos, la pintura y los restos orgánicos sin dañar la superficie.
No es recomendable esperar a que la fachada esté irreconocible para actuar. Con una limpieza ligera una o dos veces al año, evitaremos que la suciedad se incruste y, de esta forma, reduciremos la necesidad de intervenciones más agresivas.
Pequeñas acciones como aplicar un hidrofugante protector, realizar inspecciones visuales después de lluvias intensas o limpiar zonas problemáticas (como cornisas o juntas) pueden suponer una gran diferencia a largo plazo.
Así pues, la limpieza de fachadas de ladrillo puede ayudar a prevenir problemas de humedad, mejorar la imagen del edificio y garantizar la seguridad de quienes lo habitan. Ya sea con técnicas caseras o con la ayuda de profesionales, lo importante es actuar con ¿Cuánto tiempo hace que no limpias tu fachada?