Las fachadas de nuestros edificios, casas o locales comerciales son la primera impresión que damos al exterior. La cuestión es que, con el paso del tiempo, van acumulando suciedad, polvo, restos de polución, moho, manchas de humedad, etc. Lo que además de afear la apariencia del edificio, pude llegar incluso a poner en riesgo su integridad estructural.
En este sentido, la limpieza de fachadas con agua a presión es una de las soluciones más rápidas y eficaces para devolverle el buen aspecto a nuestras fachadas. De esa forma, no sólo conseguiremos mejorar la imagen del edificio, sino también protegerlo y alargar su vida útil.
Pero, ¿cómo funciona exactamente este método? ¿Es apto para todo tipo de superficies? ¿Con qué frecuencia debe hacerse? Si estás pensando en contratar una empresa de limpieza de fachadas o simplemente quieres entender mejor la técnica, a continuación te explicamos en qué consiste.
Índice
La limpieza de fachadas con agua a presión consiste en proyectar chorros de agua a alta velocidad sobre la superficie de la fachada para eliminar cualquier tipo de suciedad incrustada.
Para ello, se utilizan hidrolimpiadoras o hidrolavadoras, que permiten adaptar tanto la presión como la temperatura del agua según el tipo de fachada y el grado de suciedad acumulado.
Un método rápido y eficiente que no daña el material de la fachada y que puede usarse sobre superficies de piedra, ladrillo, hormigón, vidrio o metal, siempre ajustando la presión del agua.
Aunque la ejecución de este método puede parecer sencilla, lo cierto es que requiere de ciertos conocimientos técnicos para no dañar la fachada ni desperdiciar recursos.
Dependiendo del tamaño de la fachada, este proceso suele llevar entre 2 y 6 horas. No obstante, para edificios más grandes, el trabajo puede extenderse a uno o dos días, especialmente si hay que utilizar grúas o plataformas elevadoras.
La limpieza de fachadas con agua a presión permite eliminar eficazmente todo tipo de residuos, incluyendo grafitis y pegatinas, devolviendo al edificio su aspecto original sin dañar los materiales.
A veces, en lugar de limpiar, la lluvia puede ensuciar. Cuando se mezcla con polvo o barro, forma costras que se adhieren con fuerza a las fachadas. El problema es que si no se eliminan a tiempo, pueden provocar manchas permanentes o daños en los revestimientos.
El humo de los vehículos, la polución industrial y el polvo en suspensión van creando una capa oscura sobre los edificios, pudiendo llegar a obstruir los poros de los materiales como la piedra o el ladrillo, y acelerar su desgaste.
Combinada con los productos adecuados, el agua caliente a presión puede eliminar grafitis, adhesivos y otros actos de vandalismo no deseados.
La frecuencia de la limpieza dependerá de la ubicación del edificio y de los factores que hemos ido comentando. Sin embargo, por norma general, suele establecerse de la siguiente manera:
El precio de limpieza de fachada con agua a presión puede variar en función del tipo de edificio, el acceso, los metros cuadrados y si se requieren productos especiales. Pero para que te hagas una idea:
Muchos presupuestos se calculan por metro cuadrado, oscilando entre los 4 y los 10 €/m².
Por eso, lo más recomendable es solicitar al menos dos o tres presupuestos a distintas empresas de limpieza de fachadas y asegúrate de que incluyen todos los costes: equipo, personal, productos y transporte.
Prácticamente en todas las ciudades encontrarás empresas de limpieza de fachadas especializadas en este tipo de técnica. Para elegir correctamente, fíjate sobre todo en estos aspectos:
Con lo cual, tanto si quieres eliminar grafitis como devolver el color original a una fachada de piedra o simplemente porque toca el mantenimiento anual, la limpieza de fachadas con agua a presión puede ser tu mejor aliado. ¿Cuándo fue la última vez que limpiaste tu fachada?